Pequeños Monstruos

 

 

 El largo aprendizaje de la maldad

 

En nuestro país un joven, a los 13 años puede elegir con quien hace el amor; a los 14, puede  otorgar testamento, y a los 16, emanciparse, casarse o testificar. Sin embargo, si comete un delito, sigue siendo un niño hasta los 18.

En este trabajo del mejor periodismo encontrará todos los datos para valorar  la situación real que nos amenaza: bandas organizadas de jóvenes que protagonizan atracos y crímenes, menores envalentonados que se enfrentan a la policía gritando “cuidado conmigo” y los peores asesinatos de chicos que experimentan con  el satanismo, la brujería, la búsqueda de la fama a través del crimen y la satisfacción despiadada de sus deseos, en la falsa creencia de que les saldrá barato.

Es el  momento de romper viejos mitos: no se nace siendo delincuente, ni asesino. El crimen se aprende, como se aprende a andar y hablar. No hace falta mucho para ser un gran asesino, basta que no se desarrolle el respeto a la vida.  El ser humano no puede valerse por sí mismo hasta  mucho después de nacer y el asesinato es una asignatura que necesita de un largo aprendizaje.

La sociedad no tiene claro lo que es un niño. Y la ley ha impuesto un “niño jurídico” que en nada se parece  al que se encuentra en la calle. ¿Acaso puede un niño elegir pareja para relaciones sexuales libres o eso es cosa de adultos? ¿Puede y debe una niña tomar  por su cuenta la píldora poscoital? ¿Es posible que un niño deba tomar la decisión de votar a quien nos gobierna? En definitiva: ¿es un niño el que viola, mata, despista a la policía y huye del castigo?

¿Cómo es posible que alguien sea “mayor” para el sexo y al mismo tiempo “menor” para la responsabilidad penal? De acuerdo en aplicar la Convención de los Derechos del Niño, ¿pero qué es un niño?

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