SOBRE LA MOMIA DEL GENERAL PRIM
“A PRIM, SU PATRIA”
Pintura de Sans Cabot de la batalla de Tetuán, campaña de África, donde los soldados eran voluntarios catalanes, barretina y alpargata, que fueron a luchar por España.
PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN ESTUVO ALLÍ
La bandera de Prim era la
amarilla y roja
“El Conde de Reus ve ondear ante sus ojos la bandera de España, que conduce el
abanderado de Córdoba… El semblante del general se ilumina con el fuego de una
súbita inspiración… Lánzase sobre la bandera: cógela en sus manos; tremólala en
torno suyo, como si quisiese identificarse con ella, y dirigiendo su caballo
hacia los marroquíes y volviendo la cabeza hacia los batallones que deja detrás,
exclama con tremebundo acento:
-¡Soldados! ¡Vosotros podéis abandonar esas mochilas que son vuestras; pero no
podéis abandonar esta bandera, que es de la patria. Yo voy a meterme con ella en
las filas enemigas… ¿Permitiréis que el estandarte de España caiga en poder de
los Moros? ¿Dejaréis morir solo a vuestro General? ¡Soldados!... ¡Viva la Reina!
Dice, y da espuelas a su caballo. Y sin reparar en si va solo o le sigue su
infantería, cierra contra las huestes contrarias, con la bandera amarilla y roja
desplegada al viento, suspendiendo por un instante la furia de los marroquíes,
que asombrados contemplan tan impertérrita figura…
Los batallones de Córdoba no han sido sordos a aquella voz irresistible. ¡Viva
nuestro general!, gritan vigorosamente, y se abalanzan en pos suyo sobre los
moros, y arrostran una muerte segura, caen cadáveres sobre cadáveres, y siguen
arremetiendo, y las bayonetas se cruzan con las gumías, y mézclase la sangre
infiel con la cristiana, y la victoria ciérnese indecisa sobre los revueltos
combatientes”.
(Páginas de un testigo de la guerra de África (I) pp. 76-77 Editoriales
Andaluzas Unidas (1985)
EL SECUESTRO DEL REY
Francisco Pérez Abellán
Al joven rey Felipe VI le amenazan con los
muros de la desinformación y como ciudadano leal me toca prevenirle. Jesús
Posada le transmitía hace poco la reinauguración en el Congreso de una sala,
poco más que un escobero, a la que le han puesto el nombre del general Juan Prim
aprovechando un viejo cuarto destinado a Salustiano Olózaga y otras
improvisaciones, como toda la ruina del año Prim, en el que estamos, que tocó
techo cuando el fiasco de la placa del atentado en la vieja calle del Turco.
Usted, señor, puede estar secuestrado por los que le sirven falsamente pero
tiene un resquicio para airearse en internet. Confío en que Ud., o la reina
Leticia, buena periodista, cliqueen este aviso de buen español
Yo, Majestad, soy un periodista de investigación, doctor en Periodismo, con una
larga y muy premiada carrera, hasta ahora monárquico, especializado en el mundo
del crimen, que ha culminado un trabajo pionero en el mundo con la solución del
enigma del asesinato del general Juan Prim y Prats (Reus, 1814), presidente en
1870 del Consejo de Ministros y ministro de la Guerra. Ahora sabemos cómo le
mataron y por qué, quién lo hizo y en qué momento. De una forma científica e
innegable. Y todo esto a pesar de la sañuda oposición de la Sociedad
Bicentenario de Prim 2014, que usted, señor, por estar secuestrado, ha mandado
saludar cuando por el contrario merece un buen correctivo.
***Jose-Juan Martin Sanz •
Mejor comentarista • Universidad Politécnica de Madrid
“Estimado Francisco Pérez Abellán: Nunca he dudado de su competencia y honradez
y le felicito por la gran labor histórica que Vd. y su equipo han hecho para
averiguar la verdad de las circunstancias del asesinato de Prim, lo que han
logrado de forma tan satisfactoria y brillante. Pero he de decirle que,
lamentablemente, con la secta masónica han topado”.
La agencia EFE informa que el
político Jesús Posada, presidente del Congreso, implicado hasta las cejas en las
turbias celebraciones de Prim a cargo de la Bicentenario, comunicaba a la prensa
que Felipe VI, inmerso en la lucha contra el desprestigio de la institución,
bajo la espada de Damocles del problema catalán, había mandado un mensaje de
salutación y apoyo a la Sociedad Bicentenario.
Si se trata de reparar, quiero que sepa, Majestad, que le envié un ejemplar de
mi libro Matar a Prim (Planeta, 2014) al rey Juan Carlos I, en el que hay un
comunicado donde la Comisión investigadora nos felicitamos por haber logrado
mediante la ciencia certificar que sus antepasados, los Borbones legitimistas,
no tuvieron nada que ver en el asesinato de Prim, pero ni siquiera he recibido
respuesta.
Sepa Ud., por si se lo han ocultado, que el Parlamento también publicó un libro
de la Sociedad Bicentenario con ayuda de Posada, que va de faraute, que es una
colección de los discursos de Prim, ilegible por su letra pequeña, falto de
contexto y censurado a conciencia con la quita de la más importante de las
piezas oratorias en la que pide a los ministros de España que digan si reconocen
a los catalanes como españoles, que es lo que entonces deseaban. La edición ha
estado a cargo de Emilio de Diego García, un falso catedrático de historia.
Afrenta que queda como la más bárbara censura de un Parlamento.
En la Asociación Bicentenario, sobre la que no le han advertido debidamente el
presunto republicano Spottorno ni tampoco el nuevo jefe de su Casa, Jaime
Alfonsín, figura Luis Alejandre Sintes, el JEME del Yak-42 que enterró a 60
soldados españoles sin identificar dándoles un trato tal que recibió el cese
fulminante de José Bono, aunque ahora no les duelan prendas de compartir la
Bicentenario, patrocinados por el mismo cava catalán y la misma caixa. Esta
asociación no soltó un duro para los arreglos de la momia de Prim cuando el
Ayuntamiento de Reus, quién sabe si equivocado o qué, advirtió que estaba en mal
estado.
***Jaime Quintas Alvarez •
Benposta Ciudad de los Muchachos Ourense
“Doctor Abellán: Les acaba de dar Ud. para el pelo a estos ignorantes y espero
que el rey o alguien interesado lea su artículo. Cuídese de los masones, son
peligrosos cuando se rebaten sus tesis. Cuando pude contemplar la estatua de
Prim a caballo en el centro de Reus me llamo muy gratamente la atención la placa
que figura en la parte delantera del pedestal, por lo que en ella está escrito
muy claro: “A PRIM, SU PATRIA”. Poco más se puede decir. Saludos."
La directora es María José Rubio, una heredera multimillonaria, sin
publicaciones científicas ni de otro tipo sobre Prim, que pasó años diciendo que
iba a hacer una exposición itinerante con los objetos del Marqués de los
Castillejos que había comprado su papá, pero que todavía no la ha puesto en
marcha ni ha pedido perdón por ello.
Lo peor de la Bicentenario, asociación tan equívoca, fue expuesto por su
president Pau Roca durante el acto de la fallida placa de la calle del Turco,
hoy Marqués de Cubas, cuando dijo que Prim bombardeó Barcelona en 1843.
Esto no es fruto de su magín, sino una venenosa consigna separatista que
pretende combatir el patriotismo español de Prim con el feo hecho de haber
machacado la ciudad, aunque sea totalmente falso. Prim no bombardeó Barcelona
jamás, jamás, jamás. Pero así lo han afirmado en público también otros de la
cofradía bicentenaria: el exgeneral del Yak-42, que debería saber quién la
bombardeó de verdad, Tamames, que lo dijo en México, el hijo de Martín de Riquer,
que lo escribió en La Vanguardia, y el catedrático ful que lo prodiga en todas
partes.
Junto a estos personajes, Carles Tubella, de CiU, el comisario del Any Prim, en
Reus. Con él, la Bicentenario en pleno fue capaz de encargar un contra-informe
de nuestra autopsia de Prim, en la Universidad Complutense, que resultó una gran
vergüenza científica.
La última del catastrófico Tubella, con permiso del alcalde, Carles Pellicer, de
CiU, legítimo tutor de los restos del general, es que ha transformado la momia
de Prim sometiéndola a una salvaje tanatopraxia, antes de volverla a enterrar,
por lo que le ha implantado una dentadura postiza, totalmente blanqueada, con
una sardónica sonrisa que supone la máxima profanación de una figura histórica.
Majestad: tiempos son estos de gran prudencia. Como Prim, estamos rodeados de
traidores. Debería Ud., señor, templar el paso, incluso caminar como si fuera
pisando huevos. Ya le secuestraron como príncipe en El Poblet, intentando darle
gato por liebre.
Los de la Bicentenario ni siquiera han dejado en paz el cadáver, al que han
convertido en un muñeco diabólico. Tiene Ud. en esta asociación uno que se hace
pasar por catedrático sin serlo, otro que va de culto aunque chorrea vulgaridad,
un tercero que se hace pasar por historiador aunque es economista, una niña rica
que promete y no cumple, un exgeneral que no conoce la historia, un exministro y
consejero de Estado que no sabe la lista de los presidentes de Gobierno y
tampoco la de los reyes godos. Todos estos le han hecho a Prim una mamola, que
no es lo que ustedes piensan.
Los miembros de la Bicentenario son grandes ignorantes de Prim (tengo pruebas de
todo). El que no confunde la rebelión de la Jamancia con la campaña de África,
dice que llevaba una pelliza cuando vestía levita o que estaba enterrado en un
ataúd de zinc, cuando era de plomo, o sostiene que Prim fue el primer y único
catalán presidente del Consejo de Ministros, ignorando a Estanislao Figueras y a
Francisco Pi y Margall. Otro afirma que el asesino Paul y Angulo volvió a España
en 1885 y lo dice en el libro publicado por Posada, que Posada no ha leído,
recorta y pega del rincón del vago, canibalismo de mal historiador.
Ya que nadie parece dispuesto a ponerles freno, yo he echado sobre mis espaldas
la gigantesca tarea de corregir a esta caterva de ignorantes. Hasta ahora le he
dado con la palmeta a un profesor de historia, un exministro, un exgeneral, un
luchador por el cambio de horario laboral, un secretario de vinateros, un tonto
con un blog de Reus, cuatro periodistas, tres de dos diarios y uno de una
revista ilustrada, un director de periódico, tres columnistas, dos catedráticos,
aunque uno de ellos de instituto, dos novelistas de baratillo y un poeta
garbancero que no por casualidad forma parte del Premio Príncipe de Asturias.
En la Bicentenario, alentados por los más soberanistas de CiU, crece la consigna
política de restar a Prim su dimensión de patriota y por eso difunden como
quintacolumnistas la infamia de que bombardeó Barcelona, o la de que no hablaba
castellano, sino una jerga, cuando por el contrario se expresaba perfectamente
tanto en español, como en catalán y francés, indistintamente. Majestad, Prim fue
el mejor de nuestros soldados, un gran estadista, famoso y respetado en el mundo
entero. Tan buen siervo si oviera buen señor, que pudiera haberle servido a Su
Majestad como sirvió a Isabel II, mientras ella lo merecía.